1 nov 2017

Objetivo: hacer menos ‘tóxicos’ los citostáticos. Fuente : Correo Farmacéutico. com

Los citostáticos son fármacos que cada vez tienen un mayor peso e impacto en la clínica diaria, sobre todo por el aumento de la incidencia de cáncer.


El aumento de los casos de cáncer, que son tratados en su gran mayoría con quimioterapia antineoplásica, sumado a la diversificación de usos que han sufrido los agentes citostáticos en estos últimos años como resultado del avance en los conocimientos médicos, implica que estos medicamentos sean cada vez más usados en la terapéutica asistencial. Este hecho conlleva un incremento paralelo del riesgo para la salud de los trabajadores/as que los manipulan.
Los citostáticos pueden generar numerosas acciones tóxicas para el organismo, tales como teratógena, citostática, carcinógena, mutágena, alteración corneal, cardiotóxica, hepatotóxica, nefrotóxica, hemorrágica, vesicante, emetizante y/o hematológica. Esto no quiere decir que todos produzcan estas reacciones, no obstante, dichas acciones son debidas al mecanismo de acción común que disponen estos medicamentos. En la actualidad, aunque su administración es segura, se están realizando esfuerzos por minimizar las complicaciones.
En este sentido, el manejo clínico de estos fármacos debe centrarse y asegurarse con tres pilares básicos: formación adecuada, control y trazabilidad de su preparación y administración y detección de los posibles efectos adversos o ineficacia en la respuesta. En este proceso, el trabajo conjunto y multidisciplinar es de gran importancia, y, de hecho, la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) y la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) han creado un Grupo de Trabajo que está elaborando un documento sobre criterios de seguridad en el proceso de prescripción, preparación y administración de fármacos oncológicos.

Lo primero, el paciente

Según explica Ruth Vera, presidenta de SEOM, desde el punto de vista clínico, la preocupación principal "se centra en la seguridad de los pacientes". Para ello se deben establecer unos mecanismos de seguridad para cada una de las fases en las que se puede dividir el proceso de administración del tratamiento.
El primer paso es la creación de un entorno seguro. Aquí, la cualificación exigida al prescriptor es el requisito en cualquier planteamiento de seguridad. "Debe reconocer las necesidades de ajustes de dosis, detectar las complicaciones del tratamiento y prevenirlas cuando sea posible, y en última instancia, tratarlas", señala. Por último, debe "estar familiarizado con los sistemas de evaluación de respuesta, su periodicidad y en las alternativas ante la falta de respuesta al tratamiento".
Además, es importante la cualificación del personal encargado de la administración de los tratamientos en los hospitales de día y la presencia de un médico oncólogo que atienda las posibles reacciones adversas.

Planificar la terapia

En segundo lugar, se debe proceder a planificar el tratamiento, teniendo en cuenta todas las características del paciente y recordando que "se obtendrá el consentimiento del paciente y se realizará la formación necesaria de su entorno", según Vera. Posteriormente, se procederá a solicitar, preparar, dispensar y administrar el tratamiento. Mª Aracely Calatayud, directora del Departamento de Farmacia de la Universidad CEU Cardenal Herrera, de Valencia, destaca que el sanitario que maneje este grupo terapéutico puede estar muy expuesto "a los riesgos ya conocidos de irritación de piel y mucosas por aplicación directa". Y añade "la posibilidad de los producidos tras una exposición crónica y en pequeñas cantidades a algunos de estos medicamentos".
Eva González-Haba, farmacéutica oncológica del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, apunta que existen herramientas útiles para su prevención "como robots para la elaboración de antineoplásicos, uso de sistemas cerrados...". Éste es "un aspecto en el que se está trabajando para conseguir un nivel de exposición lo más bajo posible (concepto Alara de la USP) desde muchos frentes: formación, instalaciones, protocolos de manipulación, sistemas cerrados...".
Para Vera, todo debe asegurar la "trazabilidad del tratamiento" y añadir comprobaciones duplicadas para aumentar dicha seguridad. Mientras que González-Haba remarca que, ante el riesgo de un error de medicación, "la implantación de tecnología en el control de calidad es un punto crítico de mejora en la elaboración de estas mezclas".

Hay que estar alerta también en el control de los efectos adversos.

El último aspecto en la seguridad de los medicamentos citostáticos es la supervisión después de la administración del tratamiento y el control de la toxicidad. La disponibilidad de cuidados continuos las 24 horas atendidos por especialistas en oncología médica es el mejor mecanismo para detectar y tratar de forma temprana las complicaciones agudas, según informa Mª Aracely Calatayud, de la Universidad CEU Cardenal Herrera, de Valencia.
Los efectos secundarios pueden variar mucho de un paciente a otro y la posibilidad de desarrollarlos no afecta al resultado del tratamiento. Las náuseas y vómitos, la fatiga y la caída del cabello son los efectos secundarios de los que los pacientes se quejan más. Algunos medicamentos pueden producir efectos que el paciente no nota, como la disminución del número de glóbulos rojos o del esperma. "Las analíticas frecuentes de sangre y otros tipos de exámenes permiten que el médico esté alerta a los cambios que ocurren durante el tratamiento", apunta Calatayud. Rercuerda asimismo que "algunos efectos secundarios se presentan sólo cuando se combinan los medicamentos contra el cáncer con otros medicamentos, con ciertos alimentos o con el alcohol"

En 5 ideas

1. Los citostáticos son un grupo de medicamentos que cada vez se emplean más en la práctica clínica diaria y que el farmacéutico debe aprender a manejar con seguridad.
2. Formación adecuada, control y trazabilidad de su preparación y administración y detección de los posibles efectos adversos o ineficacia en la respuesta, claves en el manejo.
3. La colaboración multidisciplinar es otro de los aspectos que hay que tener en cuenta para optimizar el manejo de los citostáticos, aunque el riesgo cero no existe.
4. La implantación de tecnología en el control de calidad es un punto crítico de mejora en los procesos de elaboración de las mezclas con citostáticos, según los especialistas.
5. La supervisión y detección de los posibles efectos adversos o ineficacia de los citostáticos en la respuesta al paciente es otro elemento a tener siempre en cuenta.

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