9 nov 2014

ENFERMEDADES INVENTADAS. Fuente : El Correo

Osteoporosis, timidez, ausencia de deseo, colesterol alto... Buscar la solución a todos nuestros problemas en una pastilla nos ha llevado a vivir la paradoja de estar sanos y no creerlo.
 
La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que es cada vez más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano”. Con esta frase, escrita a mediados del siglo XX, Aldous Huxley anticipaba una inquietante paradoja: la de que el avance de la medicina nos convertiría a todos en enfermos potenciales. Seis décadas después la profecía se ha hecho realidad.
 “Los médicos dicen haber hallado alrededor de 30.000 epidemias, síndromes y trastornos en el homo sapiens”, denuncia el biólogo Jörg Blech, autor del best-seller Los inventores de enfermedades (Ed. Destino). “Pero para cada dolencia hay una pastilla. Y, cada vez con más frecuencia, para cada nueva pastilla hay también una nueva enfermedad”, concluye.  

En inglés, este fenómeno se llama disease mongering o tráfico de enfermedades. “Se trata de estrategias comerciales cuyo objetivo es crear dolencias donde no existen, o bien acrecentar su gravedad para vender medicamentos y pruebas médicas que no están realmente justificadas”, señala la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que ha iniciado una campaña bajo el lema “Que no medicalicen tu vida”.

Asegura Blech que “los inventores de enfermedades obtienen su dinero de personas sanas a las que convencen de que están enfermas”. Y, por desgracia, esto puede hacerse de diversas maneras. Pensemos, por ejemplo, en el colesterol. En realidad, no es más que un factor de riesgo para sufrir un problema de corazón, pero se promociona como si en sí mismo fuera una enfermedad. “Se ha extendido la idea de que superar los 200 mg/dl es patológico. Pero este límite es arbitrario, y se ha ido bajando en las últimas décadas, de forma que cada vez somos más los que, supuestamente, necesitamos tratamiento”, explica el dr. Enrique Gavilán, médico de familia y autor del blog “El nido del gavilán”, en el que refl exiona sobre la medicalización de la vida. 

¿Vivir es enfermar? 

El mero hecho de cumplir años puede convertirte en “enfermo”, pues, en aras de aumentar las ventas de un determinado tratamiento o una prueba diagnóstica, se nos convence de que aspectos que pertenecen al ámbito natural de la vida, como la menopausia o el envejecimiento, son patológicos. 

“Existe una tendencia a convertir situaciones vitales en enfermedades –afirmaba Domingo Orozco, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc)–. Los nuevos tiempos llevan consigo la necesidad de estar siempre en plenitud de facultades, y la sociedad manda el mensaje de que se debe aspirar a un estado completo de bienestar, algo utópico”

De entre todas las áreas de la medicina, la psiquiatría probablemente sea la que más fácilmente puede dejarse arrastrar por los promotores de enfermedades. La timidez se convierte en “inhibición social”; la desgana por la vuelta al trabajo en “síndrome de estrés posvacacional”... Como indica el dr. Gavilán, “todo lo relacionado con las emociones es mucho más difuso, sin marcadores biológicos que puedan ayudarnos al diagnóstico. Por eso hay un campo abonado para que cambios en las defi niciones de los procesos mentales puedan tener gran repercusión a nivel de promoción de enfermedades o productos”. 

¿Un ejemplo? El deseo sexual femenino. 

 Tras el brutal éxito comercial de Viagra, se ha emprendido una carrera a contrarreloj para conseguir un fármaco que logre un resultado similar en las mujeres. Aunque ellas no tienen disfunción eréctil; en cambio, con el paso del tiempo, suelen sentir menos deseo. Si se logra que esta “pereza” se identifique como trastorno y se convence a la mujer para que lo viva con desasosiego, sin duda el lanzamiento de una pastillita que lo “corrija” tendría unas ventas extraordinarias. La cuestión es que, según los estudios, a la mayoría de las mujeres esa falta de deseo no les genera malestar. 

Como señala Joan Vílchez, vocal de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), “muchos de los trastornos sexuales están, en realidad, fabricados. Una mujer no suele venir a consultar porque tenga un problema de deseo o excitación, sino cuando está con una pareja que la presiona” 

¿Qué podemos hacer? 

El problema del disease mongering no es responsabilidad única de la industria ni de los médicos. También nosotros podemos defendernos de sus abusos, como apunta Jörg Blech, fomentando el espíritu crítico: “Deberíamos tener presente que las enfermedades se están volviendo algo que, a menudo, es construido por médicos y compañías”. Así, cuando nos hablan de un nuevo “peligro”, y vemos que va ligado a un interés comercial para vender una prueba diagnóstica o un producto, debemos ponerlo en cuarentena: si quien hace los estudios y promociona la enfermedad es el mismo que obtiene los beneficios, no está claro si el interés que subyace es de salud o económico. No se trata de criminalizar a la industria, pero sí de no pecar de inocentes y de desarrollar nuestra capacidad crítica para dilucidar cuánto de verdad o de interés hay en cada noticia. 
Por otra parte, desde la medicina cada vez están surgiendo más voces que denuncian el tráfico de enfermedades. En este sentido, contamos con blogs donde profesionales de la salud explican las perversiones del sistema. Así, podemos informarnos en www.nogracias.eu –una iniciativa por la transparencia de las tecnologías sanitarias y la atención de la salud- o en http://sano-y-salvo.blogspot.com.es/, un blog de seguridad del paciente en atención primaria 

¿Obsesos y enfermos? 
De la noche a la mañana, un tercio de la población americana se convirtió en "enferma" cuando el año pasado la Asociación Médica de EE.UU. clasificó la obesidad como una enfermedad. Algo que ya había pasado en España en 2008. Pero la controversia en torno a esta definición es constante. Julio Basulto, exmiembro del comité científico que tomó esta decisión, admite que “no sé si hoy opinaría lo mismo. La obesidad es un importante factor de riesgo para muchas enfermedades, pero de ahí a etiquetarla como “enfermedad”... realmente no lo sé”. 

No estás sola 
-Cada vez que se habla de una enfermedad se hace mención al porcentaje de personas que la sufren (estén o no diagnosticadas). Al final, resulta que, si sumáramos todas las patologías, cada uno de nosotros debería padecer al menos 20 de ellas… ¿Qué sucede? Según explica el dr. Hermann Füessl, del Hospital de Haar (Alemania), “la divulgación de determinados problemas se eleva mediante estudios de dudosa epidemiología para demostrar al afectado que se encuentra “muy bien acompañado”. 
-Hay casos en los que estas cifras están justificadas, pero, en otros, son una estrategia para apelar al miedo. En los cuadros clínicos “nuevos”, en un primer momento, se suele divulgar información sobre la enfermedad, creando un estado de ansiedad social; y más tarde, se da a conocer el remedio, y el mercado lo recibe con los brazos abiertos.

0 comentarios :

Publicar un comentario